ORÍGENES DE LAS FIESTAS DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN
En la festividad de Nuestra Señora de la Asunción la Iglesia Católica, conmemora la subida de la Virgen María al cielo.
Villacarralón, pueblo amante de la Virgen más que ninguno, tiene como patrona de su Iglesia Parroquial a Nuestra Señora de la Asunción.
Dado que esta festividad se celebra el 15 de Agosto, el pueblo de Villacarralón por esas fechas se hallaba en las duras faenas de recoger la legumbre y el cereal que tenía en sus eras y que sería su sustento y el de sus animales para el resto del año. Las tormentas de verano acechaban así que no era tiempo de dedicarse a fiestas.
Pasados los años, y una vez que el campo se fue mecanizando, las labores del campo para el 15 de Agosto ya estaban terminadas.
Por otro lado, la fiesta mayor del pueblo, San Pelayo, que se celebra el 26 de Junio, pilla en una época bastante mala para que los hijos o nietos del pueblo pudiéramos acudir a ella, sea por trabajo o por estudios, época de exámenes.
Así que en el verano de 1980, nos reunimos algunos de los “veraneantes” con algunos de los jóvenes que vivían en el pueblo y decidimos que sería interesante organizar una fiesta de verano en honor de Nuestra Señora de la Asunción y en la que pudiéramos participar un gran número de las personas que amamos este pueblo, viviéramos en el o hubiéramos venido de vacaciones.
¿ Qué se necesita para hacer una fiesta?
– Una misa solemne en honor de la Virgen.
– Unos juegos para pequeños y mayores
– Música para poder bailar y divertirse.
¿ Qué se necesita para conseguir esto?
– El permiso del ayuntamiento……….Concedido.
– Un sacerdote………………………………Encantado.
– Mucho entusiasmo………………………De esto nos sobraba.
– Dinero………………………………………..Esto hay que conseguirlo.
Pues habrá que rascarse los bolsillos y pedir la colaboración de los vecinos y de los “veraneantes”, así que le pusimos cara al asunto y nos fuimos casa por casa intentando convencer a la gente de la bondad de nuestra idea.
La tarea no fue fácil, ni exenta de críticas, incluso de zancadillas………pero el entusiasmo lo consigue todo.
Se hizo una rifa, la típica, un jamón, un queso y unas botellas de vino. Se patearon los Bancos y las Cajas en busca de trofeos para los juegos e incluso se patearon las tiendas de Valladolid en busca de cualquier objeto que se pudiera dar como premio, bolígrafos, cuadernos, algún juguete, e incluso una muñeca llorona, que no lloraba, seguro que fue de la alegría que le dio el venir a nuestra fiesta.
Ya tenemos el dinero, ahora hay que contratar a los músicos y que mejor idea, para tratar de terminar de convencer a los reticentes, que traer unos dulzaineros que con su dulzaina y su tamboril amenizaran la fiesta “como había sido toda la vida”.
La fiesta salió adelante. Todos los jóvenes y los no tanto colaboramos “a tope”. La semilla estaba echada, había que esperar que diera fruto.
La verdad es que tardó un tiempo, pero al fin, el ayuntamiento, encabezando al pueblo, que es el verdadero artífice de la fiesta, ha consolidado esta fiesta de verano en honor de Nuestra Señora de la Ascensión.
Y ahora todos los años, vecinos y “veraneantes” esperamos con entusiasmo esta cita en nuestro pueblo, como uno de los acontecimientos más grandes del año.
Con su parrillada, su misa solemne, su rifa, su baile para todos los gustos que para eso contamos con música propia, su concurso de tortillas, sus juegos, sus disfraces, su campeonato de chistes, sus peñas……..y el entusiasmo de todo un pueblo. Mi pueblo.
¡Que dure!
Texto de : Eleuterio Del Pozo ©